El
torero retirado José María Manzanares ha fallecido “por causas naturales",
según un comunicado remitido por la oficina de prensa de su hijo Jose María,
que expresa, junto al resto de su familia, su enorme tristeza por la
"inesperada pérdida" del diestro, al que se sentían "muy
unidos".
En
la nota, sus hijos Ana María, Yeyes, Manuel y Jose María, también torero,
comunican que José María Dolls Abellán, como se llamaba en realidad el diestro,
ha fallecido hoy "en su finca de Extremadura por causas naturales".
"Su
familia recuerda en estos momentos al maestro, que forma parte ya de la
historia más grande de la tauromaquia, pero sobre todo al padre cariñoso y
cercano que fue", añade el comunicado.
El
cuerpo del torero alicantino ha sido encontrado sin vida esta mañana en su
finca de Cáceres, donde residía, y aún se desconocen las causas de la
defunción.
"Nada
hacía prever este fatal desenlace, pues ayer se despidió de su hijo antes de
partir a México, e incluso habló con sus nietos. Estamos destrozados. Se ha ido
una gran persona", señalaron a fuentes familiares.
Manzanares nacido en Alicante, 1953 fue uno de los grandes toreros de la época de los 70, 80 y 90,
hijo del banderillero Pepe Manzanares y padre del actual matador de toros que
lleva su nombre y del rejoneador Manuel Manzanares.
Debutó
de luces en la plaza jiennense de Andújar en 1969, vistiendo un traje blanco y
plata que había sido de Palomo Linares, y pronto comenzó un rápido ascenso que
le situó como figura de los novilleros, junto al gaditano José Luis Galloso, y
que culminó con su salida a hombros en su presentación en Las Ventas, el 6 de
junio de 1971.
Se
retiró definitivamente el 1 de mayo de 2006 en la Maestranza de Sevilla, donde
su hijo del mismo nombre, hoy también matador de toros, le cortó la coleta.
Su vida
El
diestro retirado José María Manzanares, fallecido repentinamente en su finca de
la provincia de Cáceres, a los 61 años, fue durante tres décadas de carrera uno
de los mayores referentes del toreo clásico de más calidad.
Nacido
en Alicante el 14 de abril de 1953 e hijo del banderillero Pepe Manzanares, de
quien heredó el apodo, José María Dols Abellán, que era su verdadero nombre,
aprendió desde muy niño los fundamentos de la tauromaquia.
Debutó
de luces en la plaza jiennense de Andújar en 1969, vistiendo un traje blanco y
plata que había sido de Palomo Linares, y pronto comenzó un rápido ascenso que
le situó como figura de los novilleros, junto al gaditano José Luis Galloso, y
que culminó con su salida a hombros en su presentación en Las Ventas, el 6 de
junio de 1971.
El
inmediato día de San Juan tomó la alternativa en su Alicante natal, de manos de
Luis Miguel Dominguín y en presencia del Viti, que le cedió la muerte de un
toro de Atanasio Fernández, al que Manzanares cortó el rabo.
Desde
entonces, su larga carrera de matador de alternativa estuvo marcada por cimas y
simas, desde sus grandes triunfos en Madrid a finales de los años setenta,
cuando estuvo siempre en cabeza del escalafón, hasta el anuncio de la que fue
una breve retirada en 1989.
Autor
de faenas memorables en todo ese tiempo, especialmente en Sevilla, plaza de la
que fue uno de los toreros predilectos, Manzanares sufrió entonces duras
campañas en su contra en la prensa taurina más radical.
Reaparecido
el invierno siguiente, el diestro alicantino consiguió ya en 1993 su cuarta
salida a hombros en Las Ventas, después de trece años sin pasear una sola oreja
a pesar de ostentar, con 61, el récord de actuaciones en el coso madrileño.
Tras
una nueva despedida en el 96, aún volvió a torear el año 2000, para retirarse
ya definitivamente el 1 de mayo de 2006 en la Maestranza de Sevilla, donde su
hijo del mismo nombre, hoy también matador de toros, le cortó la coleta.
Heredero
estilístico de los grandes clásicos de los años cincuenta y sesenta, y en
especial de Antonio Ordóñez y Paco Camino, Manzanares fue el mayor referente
del toreo de calidad durante los años de la Transición política española, pero
una cierta desgana competitiva le impidió llegar tan arriba como los modelos
que guiaron su concepto.
El
desprecio por las estadísticas y la regularidad hicieron que su excepcionales
condiciones no se concretaran en una figura de época.
Su
verdadera ambición personal, la que le convirtió en un icono del toreo de finales
del siglo XX, se centraba únicamente en el sentido artístico de la tauromaquia,
obsesionado, no sin cierto narcisismo, por la profundidad y la perfección
técnica y estética, concebidas como un fin y no como un medio.
Con
una férrea disciplina interna, oculta tras su aire y actitud bohemia, José
María Manzanares, padre, ha sido, en sus grandes tardes, uno de los toreros más
deslumbrantes de las últimas décadas, siempre ajeno a modas y exigencias
comerciales.
Al
margen de su relación de amor y odio con Las Ventas, de las campañas en contra
de cierta parte de la crítica, de sus constantes cambios de apoderamiento y de
sus demonios internos, su clase y su virtuosismo técnico hicieron de su clásico
estilo mediterráneo, de su forma de hacer y decir el toreo, un espejo donde se
han mirado varias generaciones de toreros.