Con
doce escuelas en las que niños a partir de seis años aprenden a torear y matar
animales, Portugal está bajo vigilancia de la ONU, que ya ha recomendado al
país que aumente la edad mínima para que los menores puedan asistir a esos
centros y participar en espectáculos de tauromaquia.
Polémico
de por sí, el tema de las corridas de toros genera aún más discusiones en
territorio luso después de que el Comité de los Derechos del Niño de Naciones
Unidas se pronunciara por primera vez sobre la cuestión, asumiendo su
preocupación por la integridad física y mental de los menores involucrados en
actividades de toreo.
Durante
la evaluación regular a Portugal relativa a la aplicación de la Convención
sobre los Derechos de los Niños, los expertos de la ONU recomendaron crear una
legislación que proteja a los más pequeños de la violencia de las corridas de
toros.
Y
es que en Portugal hay, por lo menos, una docena de escuelas de toreo para
niños y se calcula que en total cuentan con más de 150 alumnos menores, a
partir de los seis años, según datos de un informe de la organización no
gubernamental y Fundación, Franz Weber, que fue el detonante de las
recomendaciones de Naciones Unidas.
Ese
informe es resultado de dos años de investigación y fue entregado al Comité en
marzo de 2013, lo que llevó a Naciones Unidas a pronunciarse en febrero de este
año.
"Estamos
ante un problema bastante grave que, sin duda, pone en riesgo la integridad
física y mental de los niños, tanto de los que ven esos espectáculos como de
los que participan en ellos", contó a Efe Sérgio Caetano, representante de
Franz Weber en Portugal.
En
las escuelas de tauromaquia, los jóvenes practican con animales vivos y, por lo
tanto, corren riesgo "de lesiones graves e incluso de muerte", ya que
el ganado joven con el que entrenan la lidia a pie no tiene los cuernos
protegidos, explicó.
Además
de torear a pie, los menores también son preparados para convertirse en matadores
de toros.
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