jueves, 18 de febrero de 2010

Bravos toros colombianos

César Vanegas escaló la cumbre
Y “el Juli” demostró su maestría

Cuando un joven torero logra descifrar los grandes secretos que esconden los toros, como estar ante su cara, ver por el pitón más potable para una faena, definitivamente alcanza nivel imposibles para los que sueñan con vestirse de luces sin imaginarse que la magía del toro en el ruedo.


Enviado Especial
Said Cárdenas


En la tercera del abono de la Feria del Sol, con media plaza en los tendidos numerados y generales, un torero conocido de la afición por su debut muy joven en Venezuela consumó una de las faenas memorables, de niveles imborrables para los aficionados, porque vieron el grado de maestro que tiene como torero el español Julián López Escobar “El Juli”,

Con toros colombianos de San Sebastian de las Palmas, se cumplió con la tercera del abono merideño, feria golpeada por los decretos gubernamentales de Ley Seca que impiden bailes, fiestas, bulevares y tarimas cerveceras para el pueblo, quedando la celebración para los turistas y merideños en la plaza de toros Román Eduardo Sandia de Mérida.

El ganadero colombiano Carlos Roldan, trajo a Mérida seis lujos de toros de excelente presencia en cara, musculosos de lámina envidiable y de bravura incomparable, los seis toros fueron bien a la capa destacando el corrido en tercer lugar y el quinto de la tarde que no falló al viejo adagio taurino de, no hay quinto malo.

Abrió plaza Antonio Barrera, torero sevillano, repitió en la Feria del Sol con una de sombra y otra de sol. Con el primero un toro bien presentado de estampa, peso y poca bravura Barrera, porfió con sus condiciones, pero, nada pudo sacarle a un astado que se fue rajando y cerró las posibilidades de triunfo.

Con el segundo de su lote las cosas cambiaron, vio Antonio Barrera condiciones y posibilidades en su toro para demostrar el sitio torero que tiene con lances de capa muy suaves, para derrochar clase torera con la muleta donde el temple se fue más allá y se unió con el mado que sometió a Estampillo, el número 604 de 425 kilos.

Llevó muy bien su faena de muleta Barrera con un toro noble, muy fijo en la flamula que después de varias tandas empezó a desparramar la vista, desarrollando sentido, a pesar de ello se mantuvo en su sitio Barrera y dominó a su toro hasta someterle en la muleta. Escuchó música y se recreó con el toro, peso desafortunadamente con la espada perdió loas trofeos.

“El Juli” en maestro

Con el primero un toro manso y rajado “El Juli” se mantuvo en torero, lo intentó y se molestó con la poca transmisión de su ejemplar que se fue en el silencio de la plaza. Con el segundo de su lote los primeros pasos del toro Apresado II en el ruedo en la capa fueron difíciles, fríos y sin nada que augurar para el futuro. Después de la vara cambiaron las cosas y el español se fue a los medios y brindó a los presentes en la plaza porque algo le había visto ese toro el español.

Se dobló con clase “El Juli”, de tablas a medios fue llevando al toro con los pitones señalando la arena, hasta sentirse a gusto en los medios donde realizó toda la faena. Con la muleta en la mano derecha “El Juli” dictó una clase magistral, estuvo por encima de su toro, demostró el sitio que tiene como torero y el respeto por los aficionados que pagan una entrada para divertirse con los toros.

En los medios marcó un punto y aparte con su toreo en Mérida, como nunca estuvo el madrileño, entregado, en figura y sin subterfugios para evitar el compromiso. Ante el bravo Apresado II, “El Juli” se consagro en la tierra universitaria de Venezula como maestro, fue algo envidiable para cualquier plaza del país y del mundo, un privilegio de presencia y disfrute en los toros.

La faena del “Juli” con el paso de cada muletazo y la bravura del toro fue superior en cada tanda, el temple, el mando y la profundidad del toreo del este diestro alcanzó las dimensiones de una faena para la historia conjugada con la nobleza del toro que al final trajo el justo premio del indulto y las dos orejas simbólicas, pero, merecidísimas para el joven maestro.

Triunfo tachirense

Una vez más la ciudad de Mérida fue testigo de la calidad y compromiso con la profesión de matador de toros que tiene el César Vanegas, en una tarde de grandes recuerdos par el y su padre Fulichan las emociones empezaron a presentarse con la llegada a la habitación del hotel que por casualidad fue la misma de aquel año cunado tomó la alternativa en Mérida.
Vanegas con el primero en la capa salió a poner tierra de por medio entre sus alternantes y recibió con largas cambiadas de rodillas al hilo de las tablas a Julio, el número 430 que pintaba grandes cosas.
Se lesionó César Vanegas con varetazo del toro en su rodilla izquierda y a pesar de estar mermado de facultades coloco las banderillas como dios manda.

Con la muleta Vanegas estuvo por encima de su astado que en las primeras tandas logró someterle y fijarle hasta realizar una faena meritoria que cerró de un espadazo que le valió una oreja.

Para el segundo de su lote las cosas pintaban mejor, no se apuró César y sacó las casta de los Vanegas, en torero con la capa y en Banderillas dejó todo listo con Maderito de 642 y herrado con el 443 para cortarle dos orejas al toro negro listón que le significó al tachirense el convertirse en el triunfador de la tarde, luego de una gran faena de muleta, tranquila, reposada y de temple importante que cerró de una estocada completa que le valió el premio de las dos orejas.



Cuarta de feria

En la tarde están anunciados los toros de Santa Fe para Alexander Guillen, Federico Pizarro y Rubén Pinar y el noche la corrida de rejones Juan Rafael Restrepo, Jorge Hernández Garate, Marcos Tenorio, Rafa Rodríguez y Francisco Javier Rodríguez.

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