lunes, 9 de abril de 2012

Francia

Fandiño a hombros

en Arlés ante flojeles

Arlés .- El diestro español Iván Fandiño salió a hombros del coso de Arlés tras cortar dos orejas, una a cada uno de los toros que lidió, en una corrida en la que las reses de Ricardo Gallardo, pobres de presencia, dieron escaso juego.

Ganadero triunfador de la temporada pasada en Francia, Ricardo Gallardo ha pegado en Arlés un patinazo inoportuno, en vista de las seis corridas más que tiene que lidiar en el país galo este año: tres toros de escaso trapío y volumen, astifinos, uno inválido que tuvo que ser apuntillado después de banderillas, dos más al límite de sus fuerzas, uno informal, otro con guasa y, afortunadamente, uno, el cuarto, con calidad, constituyen un muy pobre balance para una ganadería de la cual se espera mucho más.

Ángel Teruel de alta

En UCI del hospital

El diestro Ángel Teruel, corneado de carácter muy grave en la plaza de toros francesa de Arles, ya pasó a planta en el hospital Carremeau de Nimes, también en el sur del país, en cuya UCI estuvo ingresado desde la operación a que tuvo que ser sometido.

El torero pasó la noche "intranquilo y con muchos dolores, sobre todo en el ojo y la garganta", explicó a Efe por teléfono su apoderado, Manuel Amores, quien no obstante reconoció que "esto es normal, según los médicos, y teniendo en cuenta la gravedad de la herida, en la que lleva sesenta puntos".

Cuenta Amores que "la escena de la cornada, con la cara completamente abierta, fue más que impresionante. Como esos momentos en la enfermería de la plaza, desde donde le evacuaron al hospital de Arles para estabilizarle antes de seguir para Nimes, hasta que por fin entró en el quirófano y fue intervenido por tres cirujanos, dos de ellos maxilofaciales".

Todo fue cuestión de segundos, "ni siquiera se puede hablar de minutos, con actuaciones rapidísimas, pero entre un paso y otro se nos hizo una eternidad", recordó Amores, que tuvo la primera buena noticia "cuando los médicos aseguraron que el toro no le había roto el nervio facial".

Advierte no obstante el apoderado de que "ese nervio, cuya función es crucial para la movilidad en la cara y el ojo, está contusionado o erosionado", pero los médicos "tienen la esperanza de que se pueda recuperar del todo".

Los plazos para esa recuperación "son largos". De hecho, tienen que pasar aún otras 48 horas para conocer un pronóstico más exacto. Y hasta mañana, martes, no le levantarán la cura. "Tiene unos drenajes muy finos, como hilitos, para que no se le note la cicatriz", añadió.

Su aspecto "impresiona, con el párpado y la cara tan dañados. Por la noche le cerraron el ojo con un apósito para que no se le seque. No siente el labio, normal todavía, según los médicos. Y hoy le cuesta mucho hablar", explicó Amores.

Pero ayer, tras la operación, pudieron conversar torero y apoderado, "por cierto, casi en plan bronca, censurándole yo que se hubiera jugado la vida con un toro sin posibilidades de triunfo, y contestándome él que hay que estar a la altura de las aspiraciones, salga el que salga, y que precisamente con el malo hay que dar la talla. Lo cierto es que estuvo hecho un tío", aseguró Amores.

Otra inquietud de Ángel Teruel es llegar completamente en forma a la feria de San Isidro: "¿Qué dicen los médicos?", no para de preguntar, queriéndose asegurar de que el 15 de mayo, según está anunciado, pueda confirmar la alternativa en Las Ventas de Madrid, en un cartel que completan Julio Aparicio y Curro Díaz, con toros de "El Ventorrillo".

Si todo transcurre con normalidad, los planes del entorno del torero son, "el próximo jueves, viajar en ambulancia hasta Marsella (Francia), desde donde un avión-ambulancia le trasladaría a Madrid, y seguir la recuperación en un hospital bajo supervisión de un gran especialista maxilofacial", finalizó el apoderado.

Solicita nulidad del test

Ortega Cano pide

la absolución

Sevilla .- La defensa de José Ortega Cano ha pedido la absolución del torero por el accidente de carretera en el que murió el conductor del coche con el que chocó, y la nulidad del test de alcoholemia que arrojó 1,26 gramos de alcohol por litro de sangre, casi el triple de lo autorizado.

Fuentes del caso informaron a Efe de que la defensa de Ortega, en un escrito entregado a un juzgado de Sevilla, en el sur del país, pide que declaren en el juicio cinco personas que estuvieron con el torero la tarde previa al accidente y no le vieron consumir alcohol, así como el conductor de la ambulancia que le auxilió, un bombero y un médico que le atendió en el hospital Virgen Macarena, también de la capital andaluza.

El accidente ocurrió poco después de las 22.00 horas del 28 de mayo de 2011, cuando el torero había dejado a su hija en Villaverde del Río (Sevilla) y se dirigía a su finca "Yerbabuena", de Castilblanco de los Arroyos (Sevilla).

Leyendas del toreo I

Juan Belmonte

revolucionario

Este Domingo de Resurrección se cumplieron cincuenta años de la muerte de Juan Belmonte, propulsor del toreo actual, revolucionario en las formas de hacerlo y el modo de sentirlo, genio y mito.

Especial.-

Redacción- España.-

Se puso en duda su capacidad física para torear, porque no corria fue el primero que se paró como se le achacaba en los inicios de su carrera, tratando de sentenciarle para la profesión al tener los pies planos.

Pero una vez instalado en el estilo de quietud inigualable hasta su época, cuyo máximo esplendor es la segunda década del siglo pasado, pulverizó aquel estigma con una contundente definición, "El que tiene que correr no es el hombre, sino el toro".

Así fue cómo el toreo de Belmonte supuso una total revolución en las reglas de este arte, que gracias a su valor e intuición iría evolucionando hasta llegar al concepto actual de cite con el engaño plano, colocado el hombre entre los cuernos y vaciando la embestida del animal en semicírculo.

Y así nació la trilogía del parar, templar y mandar. Los tiempos fundamentales del toreo, que Belmonte interpretó como nadie, y cuya unidad argumental alcanzaría mayor rotundidad con una cuarta extensión al cargar la suerte adelantando la pierna contraria en el embroque o reunión del toro con el engaño.

Lo cierto es que su estilo, por formato y modales, fue absolutamente distinto a lo que hasta entonces se conocía como "el toreo sobre las piernas", cuyo genial intérprete sería José Gómez Ortega, Joselito, precisamente su rival más directo, con quien mantuvo una gloriosa competencia hasta su muerte en Talavera, el 16 de mayo de 1920.

Joselito, exponente del dominio en todas las suertes, y Belmonte, arrojo y genialidad, tuvieron una influencia recíproca en su forma de torear aún manteniendo ambos su personalidad. Aquel terminó pisando los terrenos de éste, quien a su vez asimiló la técnica del otro. De ahí que Gregorio Corrochano proclamara que fueron los protagonistas de "la edad de oro del toreo".

Rivales y amigos. Una dualidad que también se explica por la forma de plantear y resolver determinadas situaciones compartidas. Tan rivales que desde que en 1914 torearon juntos por primera vez España se dividió en dos: "los de José" y "los de Juan". Y tan amigos que viajaban juntos en el tren, aunque para no defraudar a los partidarios, antes de llegar a las estaciones se cambiaban de vagón.

Por eso, de las muchas cogidas que sufrió Belmonte, la que más le afectó fue la que acabó con la vida de Joselito, que le marcaría con la tristeza para el resto de sus días. "Aquella tarde de Talavera -repetiría Belmonte muchas veces- José me ganó definitivamente la partida".

Quién lo iba a decir cuando los pronósticos sobre la suerte de ambos se hacían completamente al revés. Hasta "Guerrita" auguró cuando Belmonte empezaba que "hay que darse prisa a verlo torear porque el que no lo vea pronto, no lo ve».

Al margen de ese valor y su fuerza para romper estereotipos, Belmonte dejó también un legado importante a "la Fiesta" al acercarla a los intelectuales.

Es notorio el trato que tuvo con Valle-Inclán, quien un día le ensalzó por una actuación "algo sensacional, magistral e incluso sublime", pero le objetó: "Te faltó encumbrarte como mito a la eternidad, y para ello dejarte morir en la plaza". Belmonte respondió: "No se preocupe que la próxima vez se hará lo que se pueda, don Ramón, se hará lo que se pueda".

Fue la triste angustia que le acompañó a Belmonte el resto de sus días, obsesionado por la muerte. Mañana hace 50 años que se suicidó. Dicen que por no poder ya torear. Quizás por un mal de amores. El caso es que su legado es grande y muy estimado.

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