sábado, 26 de enero de 2008

segunda del abono

Cortó dos orejas en la segunda del abono
Otra vez Benítez repitió en San Cristóbal

San Cristóbal, enero 25 (Saíd Cárdenas, especial para REDACTA).- Con un lleno hasta la bandera en la segunda del abono de la Feria Internacional de San Sebastián, se corrieron seis toros de la ganadería tachirense de Rancho Grande y El Prado, bien presentados, de nobleza y fijeza que resultaron todo un espectáculo para los aficionados que plenaron los tendidos de la plaza Monumental de Pueblo Nuevo.

Leonardo Benítez, nuevamente ratificó su buen momento al lidiar de forma magistral sus dos astados que le colaboraron al máximo con sus deseos. En el primero Benítez le dio la distancia y los terrenos que pedía el toro, pero, desafortunadamente con la espada falló y perdió su primera oportunidad de éxito. En el segundo Leonardo con mucha suavidad y entrega, llevó poco a poco a Paramero en todos los terrenos, con temple y hondura para armar el taco y despertar el delirio de los aficionados que pedían el indulto. Luego de la negativa de la comisión de ordenarle matar y sonar el primer aviso, Benítez montó la espada y luego de un pinchazo cortó dos orejas que lanzó a la arena porque no creyó suficientes por su labor realizada.

Julián López “El Juli”, vino a San Cristóbal como en otras plazas, desangelado, sin ganas y con ganas de irse en el primer vuelo. Situación que dejó a los aficionados desconcertados, pues, esperaban verle con más entrega y lamentablemente no quiso saber de los toros a los que lidió sin entrega y a pesar de ello luego de una buena estocada recibió una oreja en el segundo de su lote.

César Jiménez, en su primero destapó el frasco de las buenas esencias y embelesó a los aficionados con suaves y largos muletazos en los medios a un bravo toro de Rancho Grande que no se cansaba de repetir para dejarle a su inspiración y gusto el temple de su torero, que cautivó a quienes venían sedientos de toro y gritaron una y otra vez: “olé”, que sólo quedó en una oreja por su falla con la espada. En el segundo, César nuevamente se inspiró, pero, luego de una gran faena desafortunadamente se presentaron varios factores externos en la plaza que impidieron que se le otorgara una oreja ganada en justa ley.

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