jueves, 23 de julio de 2009

Toros / Toros del Mundo

TOROS-ESPAÑA-FERIA DE SAN JAIME


A Castella le regalan una oreja,

¡y todavía querían la Puerta Grande!



El francés Sebastián Castella paseó el único trofeo de la tarde hoy en Valencia, una orejita de poca trascendencia, que a punto estuvo de convertirse en dos si el presidente atiende la petición en el quinto, también desmesurada.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Valdefresno, el cuarto con el hierro de Hermanos Fraile Mazas, pobres de presencia, incluso sospechosos de pitones, justos de fuerzas y bajos de raza, y aun así muy toreables. Los que más desentonaron, primero y sexto. En el otro extremo, el quinto, un buen toro.


Enrique Ponce: pinchazo, estocada y descabello (silencio); y dos pinchazos y estocada (gran ovación tras aviso).



Sebastián Castella: estocada "en el rincón" (una oreja); y estocada casi entera (petición con más voces que pañuelos y ovación tras un aviso).
Miguel Ángel Perera: pinchazo y estocada (petición minoritaria y ovación tras aviso); y pinchazo, estocada corta y descabello (silencio tras aviso). En cuadrillas,


José Manuel Moreno picó muy bien al quinto, con el que se desmonteró Curro Molina.
La plaz
a rozó el lleno en tarde de calor agobiante. ------------------


CALOR Y DESENCANTO
A las siete de la tarde arrancaba el paseíllo con el termómetro marcando cuare
nta y cuatro grados a la sombra. La plaza prácticamente abarrotada. Y total para que después no resultara la función.

El toro que abrió plaza, con un pitón derecho escandalosamente romo, y que
al chocar contra la barrera terminaría abriéndose como una brocha de afeitar, tuvo las fuerzas justas para mantenerse de pie durante los dos primeros tercios, pero sin humillar y desplazándose con medio viaje. Toro muy escurrido por detrás y de poco cuello, impropio de plaza de primera. Sin embargo, nadie lo protestó.

Ahí puede estar la explicación de tantos atropellos al público pagano (de pagar), obviando categoría de plazas y ferias. Da igual dónde, el caso es que como dijo un día el popular Rafael Sánchez "El Pipo, "el público es necio, y traga".



Ponce consiguió apuntalar al animalito a base de temple, incluso imprimiendo ritmo a los primeros muletazos por el lado derecho. Sin embargo, no aguantó más de tres tandas, y eso llevándole muy tapado para evitar que se fuera a tablas. De hecho una vez en la querencia "se rajó" del todo. Exactamente tres ta
ndas y a matar. El cuarto duró más, pero fue toro distraído y que embistió al paso, sin apenas codicia.



Ponce le dejó ir a su aire en un trast eo de escaso fondo. En realidad lo único emotivo, dos molinetes de rodillas -quién diría de Ponce- y un circular invertido ligado a un natural por delante de mucha templanza y cierta exquisitez. Si lo llega a matar bien le corta una oreja, pero no.











Castella sí que "tocó pelo" en su primero, mas fue por una faena a todas luces insuficiente. No admitía violencias el toro, de hecho se desplazaba largo y por abajo en los primeros compases, pero necesariamente aliviándole.
Primó el valor en el toreo a derechas, por quietud y aguante, y a partir de ahí mando y poderío. Incongruente lo último, pues nada había que poder. De hecho terminó el toro en el suelo. Y agotado el animal optó Castella por el "ojedismo" de cercanías, ahora tropezándose mucho, sin armonía.


En realidad fue un parón de pases inacabados. Le dieron la oreja también y sobre todo p
o r meter la espada a la primera. El quinto, un gran toro, mereció mejor trato del llevó. Aunque tuvo su mérito Castella en la apertura de faena, con dos ajustados y escalofriantes pases cambiados por detrás, dejándoselo venir de largo. Menudo era el toro, con galope y fijeza, de tranco largo y queriéndose "comer" los engaños. Le faltó a Castella cogerle la distancia, la altura y la velocidad. Se puso muy encima demasiado pronto, ahogándole, sin compás posible.

Musicalmente se diría que en cada pase le faltó una semicorchea.
Claro que era ahí donde estaba a gusto el torero. Lástima de toro. Y aun así se pidió la oreja al final, que el presidente, con buen criterio, no concedió, entre otras cosas porque tampoco había mayoría de pañuelos. Hubiera sido regalarle la Puerta Grande. Y ya está bien.

En vista de tan baja cotización se puede suponer que también Perera perdió un trofeo de su primero por el pinchazo que se interpuso a la estocada final y por el fallo del puntillero levantándole el toro en el último momento. Toro que marcó en seguida la querencia de toriles, y al que Perera estrujó quizás más de la cuenta.

Dada la poca clase del animal y el fuerte someti miento del torero, las posibilidades de faena fueron mínimas, o en todo caso quedaron reducidas al consabido parón.

A base de quietud y mando en muy poco espacio trenzó Perera "ochos" y "ochenta y
ochos" de absoluto dominio. Pero faltó la gracia del ir y venir a y de la cara del toro, tan en desuso con las faenas de ahora.

El sexto, de media arrancada y defendiéndose mucho, fue muy cosido a la muleta de Perera en la primera parte de un trasteo a menos, espaciándose cada vez más los pases,
hasta llegar a un desarme que marcó la cuesta abajo definitiva. Acabó la corrida con igual desencanto que al principio. Y más fresquita, menos mal.

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