martes, 12 de julio de 2011

El Juli en maestro sale

por la puerta del encierro

La maestría de Julián López "El Juli" se impuso en la plaza de Pamplona, de la que salió a hombros por la que llaman Puerta del Encierro después de cortarle tres orejas a un lote de toros con muy escasas posibilidades de lucimiento.

Fue la tarde de un maestro, esa en la que un torero en el cénit de su carrera hace alarde de todo su valor, destreza y conocimientos para triunfar por encima de las circunstancias. Así es como se impuso El Juli en la primera de sus dos actuaciones de este año en los Sanfermines, ante dos toros de Victoriano del Río, en principio, con muy poco positivo de dónde sacar.

Las dos faenas de El Juli, desde que recibió a ambos ejemplares de su lote hasta que los tumbó de sendas estocadas, fueron absolutas lecciones de lidia. En primer lugar, por cómo administró, ya desde su salida al ruedo, la escasa raza de ambos. En segundo, por cómo les hizo embestir más de lo que querían. Y, por último y definitivo, por cómo logró de ambos las mínimas prestaciones en las que apoyó un triunfo para el que él puso la mayor parte.

Y todo ello sin un alarde, sin populismo, sin gestos demagógicos, sin necesidad de "vender la mercancía" a un público que tal vez no apreció todos los matices del magisterio de El Juli pero sí que sintió y vibró con la apabullante capacidad torera del madrileño.

Su primero fue un toro vulgar, feo por fuera y por dentro, que apenas quería seguir la muleta. Desde que se salió con él hacia las afueras, Juli comenzó un intenso proceso de adiestramiento que, sin dejar que los pitones tocaran la tela más que una vez, logró un rendimiento insospechado del animal, al que mató de una contundente estocada.

El quinto, también de encaste Atanasio Fernández, fue un astado grandón que siempre quiso irse de las suertes en los primeros tercios. Bastó con que El Juli se quedara solo con él muleta en mano para que, insospechadamente, el de Victoriano del Río fuera cogiendo celo e incluso galopara tras el sabio engaño de su matador. Lo que no consiguió fue que además embistiera con clase, algo sólo al alcance de un genetista.

Esta segunda faena fue otra gran demostración del poder julista, con el remate de unas manoletinas inéditas en el repertorio del diestro de San Blas. Con la plaza entregada, al presidente no le importó que la estocada cayera baja para conceder dos orejas más que reflejan con exactitud la redondez de la actuación del torero en que se sostienen estos Sanfermines.

Otra oreja cortó Miguel Ángel Perera del tercero, el único toro que embistió con entrega y profundidad. Esas virtudes se pudieron apreciar en las primeras tandas del desigual trasteo del extremeño, que pronto se colocó entre de los pitones para realizar sus alardes de cercanías característicos y que le valieron el trofeo.

Los otros tres toros, el segundo de Perera y el lote de Curro Díaz, mantuvieron la tónica general de descastamiento del encierro: el sexto se rajó muy pronto en tablas y los otros dos apenas si quisieron descolgar el cuello para tomar la muleta del linarense.

El sexto encierro el más rápido

y con al menos dos heridos por asta

El encierro de los sanfermines, protagonizado por toros de la ganadería de Victoriano del Río, resultó el más rápido de los transcurridos hasta ahora y dejó a su paso al menos dos heridos por asta de toro.

La ganadería madrileña, que debutó el pasado año en la Feria del Toro de Pamplona con un encierro tan veloz como el de hoy, que sumó 2 minutos y 15 segundos con la torada en las calles, concitó en este sexto encierro a menor número de corredores que en días anteriores.

Tras los tres cánticos de rigor para pedir protección al santo bajo su hornacina y puntuales con las campanadas de las 8:00 horas, los toros partieron desde los corrales de Santo Domingo muy hermanados y con los cabestros en cabeza.

Ya desde este primer momento los de Victoriano del Río imprimieron un gran ritmo que propició que, aunque agrupados, la manada comenzara a estirarse y permitiera que los toros miraran hacia el lado izquierdo y derrotaran hacia los corredores.

En los últimos metros de la cuesta, donde se registró una de las cornadas, un burel se destacó por su velocidad y barrió por la parte derecha, creando momentos de mucho peligro, y de esta manera cruzó la plaza consistorial, seguido a pocos metros de sus hermanos.

Así atravesaron los toros el tramo de Mercaderes, donde ganaron en velocidad a los mozos y dejaron el segundo herido por asta entre quienes intentaban correr ante ellos, hasta que al llegar a la curva con Estafeta, el primero de los bravos resbaló y cayó contra el adoquín, momento en el que tres de sus hermanos le alcanzaron.

La longitud de la Estafeta y la manada dividida en dos grupos, con cuatro toros en cabeza y el resto con los mansos detrás, permitió que muchos de los corredores encontraran hueco ante la astas, aunque tuvieron problemas para seguir el veloz ritmo de los morlacos.

Ya en Telefónica tres de los de Victoriano del Río tomaron la iniciativa y, con varios derrotes hacia su derecha, causaron algunos de los momentos de mayor tensión de la carrera, que en este tramo redujo algo su ritmo.

Tras superar el callejón, varios mozos cayeron y uno quedó tendido en el suelo y fue pisoteado por estos primeros toros.

Los bravos entraron en el coso, donde amagaron con iniciar una vuelta al ruedo, aunque la llegada de sus hermanos por detrás y el capote de los dobladores consiguieron que en pocos segundos todos entraran juntos por la puerta de chiqueros.

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